Análisis y conclusiones | Estudio Judicatura de primera instancia: algunas indagaciones a 25 años de la creación de la Academia Judicial

  • 1 May 2020
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  • por : Academia Judicial

Por: Juan Enrique Vargas Viancos, Director Academia Judicial.


Existe bastante consenso al interior de la comunidad legal de que uno de los aportes que ha significado la creación de la Academia Judicial -sino el principal-, fue el establecimiento de un sistema objetivo, competitivo y transparente de reclutamiento y selección de los/as integrantes del escalafón primario del Poder Judicial. Algunos datos de este estudio avalan esta percepción. El 2109, un 76% de los/as encuestados/as declara no tener familiar ni conocido dentro del Poder Judicial, es decir, un 15% menos que el año 1992. Más relevante aún, un 61% de los/as que tenían ese tipo de vínculos indica que fue irrelevante para su decisión de ingresar al Poder Judicial, versus un 50% el año 1992.
Es más, la propia formación que ofrece la Academia Judicial se ha incorporado como una de las razones para ingresar al Poder Judicial, incluyéndola un 18% de los/as encuestas/as dentro de las tres principales razones para tomar tal decisión.
Por otra parte, a este nuevo sistema de selección es posible atribuirle, al menos parcialmente, los cambios experimentados en el perfil de nuestros jueces y juezas. Hoy, aunque leventemente, son más jóvenes (49,8 años versus 48 años), claramente son más mujeres que hombres (53% son mujeres en 2019), provienen de más universidades que antes y cuentan cada vez con más estudios de postgrados (33% en el año 1992 versus el 80% que indicó haber cursado un diplomado o magíster el 2019).
Contamos entonces hoy con un Poder Judicial más heterogéneo que en 1992, en varias dimensiones, lo que es consistente con los vertiginosos cambios experimentados en nuestra sociedad. Sin embargo, pese a estas transformaciones, este estudio devela que ciertas variables se han mantenido bastante estables durante estos 25 años. Es así como las universidades de origen de jueces y juezas no han cambiado significativamente, al igual que se han mantenido las principales razones esgrimidas para ingresar a la judicatura, así como el promedio de antigüedad en el cargo de quienes ejercen en el escalafón primario. 
En lo que dice relación con las universidades de origen, ciertamente hoy se encuentran representadas en el Poder Judicial muchas más que en 1992, de la mano del aumento exponencial de Facultades de Derecho en el país, sin perjuicio de lo cual no ha cambiado que sean la Universidad de Chile y la de Concepción las dos principales proveedoras de jueces y juezas.
Respecto a las razones de ingreso, se observan fuertes similitudes en la alta valorización respecto al gusto por la labor judicial (casi un tercio en ambas mediciones), así como la “seguridad y estabilidad que ofrece la carrera judicial” (15% en 1992 y 21 % en 2019). En ambas encuestas, la alternativa “prestigio y reconocimiento social de los jueces” obtuvo muy baja tasa de respuesta (5% en 1992 y 4% en 2019), lo cual refleja los desafíos de legitimidad ante la opinión pública del Poder Judicial con las consecuencias que ello tiene en el reclutamiento de nuevos/as integrantes del escalafón primario.  
La alta permanencia en el Poder Judicial y en los respectivos cargos puede ser una explicación a estas “estabilidades” percibidas. En la muestra del año 1992, la antigüedad promedio en el Poder Judicial fue de 16,5 años. En la encuesta de 2019, la antigüedad promedio fue de 17,2 años. Casi 50% de las personas que participaron de la encuesta tienen más de 9 años ejerciendo como jueza o jueza. 
Incluso esta dicotomía de cambio con estabilidad se presenta en una de las variables que, se suponía, se habría visto más fuertemente afectada por el nuevo sistema de ingreso a través de la Academia Judicial. Se trata de la posibilidad de que empleados/as abogados/as accedieran a cargos de jueces o juezas. En el año 1992, el 42% de los/as encuestados/as manifestaba haber trabajado en el escalafón de empleados antes de asumir cargo en escalafón primario. En el año 2019, esta cifra es del 40%. Es decir, prácticamente igual. 
Estos hallazgos motivan a seguir explorando en el tema, fundamentalmente para tratar de dilucidar si es la fuerza de la cultura judicial la que resiste los embates de los nuevos integrantes y transforma rápido a las nuevas generaciones, homogeneizándolas respecto a las anteriores. O bien que, pese a haberse logrado el acceso de nuevos segmentos de la sociedad, en los hechos se siguen buscando perfiles relativamente similares a los anteriores. Ambas hipótesis son plausibles.
Más allá del sistema de selección, este estudio permite constatar lo conscientes que están los/as integrantes del Poder Judicial sobre la necesidad de capacitarse continuamente y especializarse. Probablemente la Academia Judicial contribuyó significativamente a esta percepción (un 80% de los/as encuestados/as incluyen a la Academia Judicial dentro de sus principales fuentes de capacitación), pero existe un alto porcentaje obtenido por otras fuentes de capacitación como lo son los seminarios (47%) y diplomados (45%). Por otra parte, el 80% de los/as encuestados/as manifiesta haber realizado algún diplomado (el 35% indica haber realizado 3 diplomados o más) y el 45% de los/as encuestados/as en el año 2019 indican haber cursado algún magister o doctorado. Los/as jueces y juezas acceden entonces a diversas instancias de capacitación y crecientemente esperan obtener certificaciones de especialidad y grados académicos que la Academia Judicial en la actualidad no les provee. 
Los programas que ofrece la Academia Judicial son bien evaluados por jueces y juezas. En una escala de 1 a 10, el de formación recibe un 7,45 y el de perfeccionamiento un 6,94. Claramente las actividades mejor calificadas son las prácticas, como las pasantías en el de formación y los cursos de habilidades y destrezas en el de perfeccionamiento. Esto es coherente con la justificación de la existencia de una Academia Judicial, destinada a llenar el vacío en la formación que entregan las escuelas de derecho, ya sea en el pre o en el post grado. Si bien los estudios de necesidades de capacitación revelan carencias en materias de derecho sustantivo y procesal, muchas de ellas asociadas al imperativo de tener que actualizar conocimientos en un contexto de constantes cambios y expansión del derecho, lo cierto es que los únicos aspectos en que la intervención de la Academia no es sustituible por la de otras entidades es en lo específico y propio de la función judicial. Así, el manejo de audiencias, la ponderación de la prueba, el razonamiento judicial o la redacción de sentencias, son buenos ejemplos de temáticas donde la Academia Judicial debe concentrar sus esfuerzos, acercando el conocimiento teórico a las actividades prácticas y concretas que le competen a un juez o jueza. 
Un comentario final a un tema que fue objeto de un análisis especial en la encuesta, el de la ética y la relevancia del desarrollo de competencias profesionales al respecto. Llama poderosamente la atención que un 41% de los/as encuestas/as plantea no haber experimentado desafío ético alguno, develando así que el primer desafío para afrontar las cuestiones éticas es generar la capacidad de detectar cuándo se está frente a una de ellas. 
Los ámbitos en que más comúnmente se les generan desafíos éticos a quienes los declaran son la “relación con los superiores jerárquicos” (28%), los “nombramientos” (22%), las “audiencias con las partes o sus abogados” (19%), el “uso de redes sociales” (16%) y  los “aspectos de la vida privada” (16%).  He aquí un ámbito en que la Academia Judicial debiera concentrar parte importante de sus esfuerzos en el futuro inmediato. Ya sea entregando herramientas que permitan detectar eventuales conflictos éticos, como alternativas que permitan obviarlos o enfrentarlos adecuadamente en el caso de producirse. Para ello no basta sólo con transmitir las normativas que reglan estas cuestiones, pues se hace necesario ser mucho más concreto y específico, develando las buenas prácticas que permitan entregar caminos concretos a seguir en tales situaciones a partir de las propias experiencias de los/as jueces/zas chilenos/as. 
Finalmente, resulta necesario resaltar la importancia de que una institución como la Academia Judicial sea capaz de tener una mirada retrospectiva constante sobre su actuar. La posibilidad de preguntarle a nuestros/as principales destinatarios/as, los jueces y juezas, nos permite conocer sus experiencias y perspectivas respecto a su formación, trayectoria y el trabajo de la Academia Judicial y así poder enfocar de una mejor manera nuestro quehacer. Por lo mismo, les agradecemos a todos/as quienes contribuyeron a este estudio con sus respuestas y comentarios.

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